EL CORREO ESPAÑOL Manuel Cerezales. 1980

DÍAS DE LLAMAS

Juan Iturralde es el seudónimo de José María Pérez Prat, escritor que empezó tardíamente su carrera literaria. Nació en 1917 y publicó su primer libro en 1975, en Barral Editores, firma ya desaparecida. Días de llamas, novela muy extensa, deja adivinar que al decidirse a dar la estampa su primera obra, cuando se aproximaba a los sesenta anos de edad, había ejercitado su vocación literaria desde mucho tiempo atrás. Esta conjetura se basa en la evidencia de que no es libro de escritor primerizo ni de aficionado que dedica sus ocios a ia literatura. Novelista cabal y escritor culto, ha asimilado innovaciones narrativas de estos últimos años, incorporando algunas de ellas a un modo tradicional, sin incurrir en trasnochadas experimentaciones.

La acción de la novela se desarrolla en tiempo y espacio claramente delimitados: la vida en Madrid durante los primeros meses de la guerra civil, iniciada el 18 de julio de 1936. Tema trillado, obvio es decirlo. Pero el acontecimiento fue de tal magnitud y con tales implicaciones que está lejos de haberse agotado como primera materia para el relato, histórico o imaginario. Juan Iturralde ha escrito una narración testimonial, ligando la acción novelesca a hechos históricos de sobra conocidos, que se sucedieron en aquellos meses. Además de reflejar estos hechos desde el punto de vista de un personaje de ficción que los vive intensamente, reconstruye el ambiente con realismo imaginativo, recurso vedado al historiador.

No es fácil en esta novela discriminar la experiencia del novelista de ias informaciones y testimonios ajenos, sean de carácter personal, sean de índole documental. El producto de las observaciones del autor y las aportaciones de otros testigos son transferidos a! protagonista, narrador en primera persona. El autor nos dice que los hechos históricos o individuales, son reales y que apenas ha tenido que desfigurarlos para integrarlos en el cuerpo narrativo. Lo importante es que sean verosímiles.

La tragedia de la guerra civil repercute no sólo. en el comportamiento y en el destino de las personas, sino también en la vida interior, perturbando las conciencias con disyuntivas cuyas opciones confluyen en una única salida: la muerte. En estos planteamientos estriba el mayor interés de la novela. La guerra no está vista desde uno de los lados opuestos ni siquiera desde una posición neutral. Los personajes se ven atrapados y sin posibilidades de actuar libremente, de acuerdo con sus convicciones. A veces son impelidos a hacerlo en contra de sus ideas, y no sólo por miedo, aunque el miedo, en aquellos días de terror, condicionaba fuertemente las conductas individuales, sino porque no encontraban respuesta satisfactoria a sus contradicciones intimas. El protagonista es juez. Desea el triunfo de las fuerzas republicanas, pero se ve obligado a formar parte de los Tribunales Populares, respaldando con su presencia las mayores iniquidades. Colabora con los suyos en el puesto que le asignan, pero tiene que hacerlo desoyendo los imperativos de su conciencia moral y profesional. Un hermano suyo, oficial de artillería, de integridad moral intachable, cae en el frente, asesinado por sus propios compañeros, que sospechan de su lealtad. Un cuñado, capitán del Ejército, partidario acérrimo de los militares sublevados contra la República, acepta el mando de un batallón de milicianos porque de su aceptación depende su vida, que estaría dispuesto a sacrificar sin la menor vacilación, y la de su mujer, de ideología izquierdista. Una familia cuyos miembros, a pesar de sus diferentes maneras de pensar, convivían pacificamente, se ve sacudida moral y físicamente por el vendaval asolador de ia guerra civil. Cuanto ocurre a esta familia tiene un sentido simbólico como síntesis del gran drama colectivo que en aquellos momentos se representa sobre la geografía española.

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