EL CULTURAL (El Mundo). Ángel Basanta. 2003

Juan Iturralde, seudónimo de José María Pérez Prat (Salamanca, 1917-Madrid, 1999), fue un escritor tardío que llegó en los años ochenta a una minoría de lectores bien informados.

Publicó tres novelas que no tuvieron la difusión que su calidad literaria merecía, aunque fueron elogiadas por la crítica. Sobre todo Días de llamas (1979), considerada como una de las mejores novelas sobre la Guerra Civil y reeditada por Debate en el año 2000. Las otras dos son El viaje a Atenas, “novela de agonía” recuperada en Viamonte con prólogo de Constantino Bértolo, uno de los valedores del escritor en la narrativa del último tercio del siglo XX, y Labios descarnados, que vuelve a poner en circulación esta misma editorial, con prólogo de Luis Suñén, otro de los defensores de la obra “escasa pero intensa” de Iturralde.

El título de Labios descarnados procede de un verso de John Keats reproducido, con otros, en la cabecera del libro. Por eso, desde el comienzo mismo se alude a la muerte, a los estragos debidos a “la Belle Dame sans Merci”, y, de modo más exacto, a la reflexión sobre la vida desde la amenaza de la muerte. Así, muy pronto sabemos que el protagonista vive, a sus cincuenta y tres años, con la incertidumbre derivada de unas pruebas médicas que pueden confirmarle el diagnóstico de un cáncer de próstata. Con el peso de la enfermedad temida y el miedo a la muerte cercana, la vida del protagonista experimenta una profunda revisión tanto en su presente de amargura por las traiciones cometidas como en su pasado marcado por la trágica experiencia de la Guerra Civil.

En efecto, el protagonista descubre su conciencia de culpa por haber abandonado su vocación de entrega al estudio de la literatura como profesor universitario para ganar dinero como ejecutivo de una empesa con sede en Bilbao y así poder llevar con su mujer y sus hijos una vida de mayores comodidades. Este proceso interior da pie para desarrollar una reflexión crítica sobre su presente de agostamiento en lo profesional y en el amor. De manera que se descubre a sí mismo “la hipocresía que consiste en creerse mejor que los demás sin dejar de hacer exactamente lo mismo que los demás” (pág. 31). Pero una inesperada invitación de un antiguo amigo para dar unas conferencias en Estados Unidos le devuelve la posibilidad de reencontrarse con su verdadera vocación. Y, al mismo tiempo, el viaje en barco y el accidente que sufre en la travesía lo ponen en situación de revivir su dramática experiencia de horror y muerte en la Guerra Civil.

Este es el punto culminante de la novela cuyo ritmo interior está llevado con mano maestra en una composición que sigue el esquema clásico de planteamiento, nudo y desenlace. Los primeros capítulos, con el miedo provocado por la posible enfermedad presentida como mortal, encaran al personaje ante su íntimo conflicto alimentado por su elección profesional, que él considera una prostitución. El cuerpo central de la novela se extiende en la revisión crítica de la existencia del protagonista. El accidentado viaje por mar permite la confrontación de pasado y presente, reabriendo las heridas no restañadas de su paso por la guerra en plena juventud y poniendo de relieve su sentimiento de culpa y de fracaso por no haberse conducido con autenticidad en sus decisiones vitales. Finalmente, en los últimos capítulos se ofrece un desenlace abierto, con el personaje de nuevo en España ante su íntima congoja y su extravío existencial reflejado en su errático deambular por las calles de Madrid.

La novela está contada por un narrador en tercera persona que limita su omnisciencia adoptando la visión del protagonista para descubrir su mundo interior por medio del estilo indirecto libre. Pero en los momentos climáticos de su evolución se llega al fluido de conciencia con las alucinaciones del personaje y su onírica confrontación de pasado y presente. Lo cual tiene su carta de naturaleza en la pérdida de conocimiento a causa del accidente en el viaje. Así todo está pensado para una mejor indagación de una vida enfrentada a su decadencia y sus miedos.


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