"El viaje a Atenas"


El viaje a Atenas

Prólogo de Constantino Bértolo

Editorial Viamonte , Madrid, 2001


Ioannis, un viejo revolucionario griego, vuelve a Atenas. Ha sufrido mucho: sus pulmones, destrozados por los trabajos forzosos que le impusieron los alemanes, le aportan más dolor que oxígeno y sólo el alcohol le ayuda a paliar su angustia física y moral. Lleva consigo unos cuantos kilogramos de explosivos y un pesado lastre de ideas en las que ya no sabe si creer. En la capital griega, todo –las ideas, el dolor y su lenitivo, y hasta la sangre inocente derramada por los explosivos- se conjuga contra él, enfrentándole a un sentimiento de culpabilidad que acaba por resultar insoportable.


(Reproducimos, con permiso del editor, las primeras líneas de la novela)


Un viaje muy largo para hacerlo en tren, pero la organización tenía pocos recursos y no podía pagarle un pasaje en algún avión de la Olimpic que, desde París, le hubiera depositado en Atenas. Ni siquiera le habían sacado couchette como en otras ocasiones. Muy largo y muy incómodo y, en lo más recóndito de sí mismo, absolutamente inútil en el mejor de los casos. Ioannis Vithynos, alias Doirani, alias Kastoriatis, alias Andreas, alias el Ateniense y otros cuatro o cinco alias más, miraba por la ventana un paisaje difuminado por la lluvia y la velocidad. Pronto llegarían a la frontera suiza, pero le quedaban tres más y, al final, la peor, la última, después de haber pasado por Skoplje, el lugar de donde era originario su padre, muerto en un campo de concentración. (...)

No hay comentarios:

Publicar un comentario