LAS BOTAS BOSTEZANTES
Ioannis emprende un largo viaje con dos vertientes superpuestas: una exterior y otra interior. En la primera parte de la novela, y en el plano “externo”, Ioannis, el protagonista,sale de París y cruza, a bordo de varios trenes, diferentes países europeos hasta llegar a un lugar de Grecia, para continuar viajando por dicho país y a través de las calles de Atenas. Durante el trayecto describe, de una forma muy plástica tanto sus sensaciones como a los personajes y escenarios con los que se va encontrando en el camino. Pero Ioannis no es un viajero mas que regresa a su patria, es un revolucionario cansado y enfermo que aprovecha su estancia en el tren para relajarse y realizar, en paralelo, su propio viaje interior al pasado.
Se dice que hacia los 50 años ha llegado la hora de la verdad, y dicha afirmación parece ser cierta en el caso del protagonista que ha sido “combatiente, prisionero, combatiente, emigrado, enfermo crónico, aprendiz de revolucionario...”(sic). Dentro de él se agolpan sentimientos de odio hacia los represores; de amor, personalizado en Tania, su compañera;de inseguridad, producto de la enfermedad, de cuerpo y alma, y de la certeza creciente de un mundo, dividido en Este y Oeste, que poco tiene que ver con lo que él pensaba o deseaba. En la segunda parte, tras 23 años de ausencia, la llegada a su ciudad, Atenas, le depara pequeñas alegrías, retazos de gratos recuerdos, ternura, sensualidad, sexualidad..., pero también comprueba que son muchos los signos de un nivel de bienestar que él creía pura propaganda de la Dictadura de los Coroneles. Empieza a pensar en la inutilidad de la acción encomendada y a dudar de sí mismo y de sus jefes, sintiéndose cada vez mas enfermo y más harto hasta llegar a un estado en el que no le importaría morir. La muerte aquí no tiene matiz pesimista, sino que surge como el final natural de un ciclo, de una forma de pensar y vivir que ha desembocado o esta derivando hacia otra, ni mejor ni peor, sino diferente.
“El viaje a Atenas”, una novela realista, política, humana y existencial, se lee de un tirón y la escritura ágil y certera de Juan Iturralde, seudónimo de José María Pérez Prat, hace que el lector viaje de la mano de Ioannis, vea a través de sus ojos y viva cerca de su corazón el ocaso de una época con todos los sentidos a flor de piel. Solamente hacia el final, el texto se vuelve un tanto farragoso pero, para entonces, el lector ya esta completamente enganchado con la trama. Y lo que no sabrá, hasta que no haya terminado la lectura, es que Ioannis pasara a formar parte de ese grupo de personajes inolvidables que se quedan allí, colgando, en algún lugar de la mente.
Victoria Eiroa
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